La virgen crespillera
Todos los años para esta fecha, hacemos crespillos. Como viene siendo habitual hemos contado con la colaboración de los niños de infantil del colegio de Benabarre. Además de enseñaros la actividad en imágenes, hemos querido indagar un poco en esta tradición. A continuación os dejamos unas pequeñas reflexiones sobre este postre típico.
Dice la tradición que si no se hace el día de la Encarnación no se quedan preñadas las oliveras
El
nombre puede venir de la palabra latina “crespus – crespis”
(encrespado, rugoso) haciendo referencia a la hoja de la borraja.
Es
típico del Somontano de Sobrarbe, es decir Barbastro y Comarca.
También se hace con este nombre en lugares del Sobrarbe pero sin
hoja de borraja, es decir como un buñuelo, lo que nos hace pensar
que seguramente antes se haría también con “alma” de verdura. En la Ribagorza, hay personas que lo hacen con espinaca y también resulta excelente,
aunque por el nombre parece que el auténtico es de borraja.
Pero
para quienes, educados en las tradiciones cristianas y dependientes
de unas tierras de las que poder obtener olivas y aceite, una gran
olivada, elementos esenciales para la cocina, para alumbrar, para la
salud, etc., no cabe la más mínima duda que ampararse bajo la
advocación de la Virgen que a nueves meses vista daría a luz a
Jesús, en el mismo tiempo en el que tiene lugar “la fecundación
de las oliveras” cuyo fruto llegará en diciembre, era lo más
normal en ese mundo de creencias religiosas. Rezar, desear con
fuerza, que la floración de la olivera u olivo cauje bien y no se
hiele para que la cosecha sea abundante.
PEDRO
ARANAL CAVERO, alquezrano, (de Belver de Cinca, 1885-Zaragoza, 1962),
ilustre pedagogo, maestro de escuela, escritor, humanista, nos dejó
constancia mejor que nadie cómo eran, y son, los crespillos:
«En
estos pueblos montañeses hacen crespillos en casi todas las casas.
El crespillo es una hoja tierna de borraja ahogada en una mezcla
semilíquida de huevos batidos con azúcar y harina, frito todo en
puro aceite de la cosecha última. Hacer, comer, regalar, cambiar
crespillos el día de la Virgen de marzo es, en aquel rincón de
España, de ritual sagrado. Hacer, comer y regalar crespillos el día
de la Anunciación es prenda de afecto, es culto de profesión
obligada, es pedir, es merecer, es esperar buenas cosechas, es llamar
a la felicidad y a la bienandanza, es confiar en obtener de Dios y de
la Virgen de marzo dádivas y amparos.
( Reflexiones recogidas de la página de facebook " Cosas de Aragón. Noticias y recetas de su cocina")
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